El viento te sopló la respuesta. Las noches estaban siendo
demasiado oscuras como para dejarte pensar claro. Se agolpaban las dudas y los
sentimientos. Eras incapaz de poner orden en tu propia cabeza. Tenías un número
favorito. Un color, un día de la semana. Nada relevante. Te levantabas con el
pie izquierdo, (cosa de zurdos) y preferías los números pares. Intentabas
equilibrar la balanza, pero hasta el eje planetario está torcido: tú no podías
cambiar nada.
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ResponderEliminarMe encanta como te expresas... me quedaré vagabundeando un ratito más entre tus textos ^.*
ResponderEliminaroh muchisimas gracias, hace mucho que no escribo nada y fíjate, ahora acabo de leer tu comentario, de verdad muchas gracias :)
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